(…) El conocimiento, el aprendizaje, la orden de ejecución, debe buscar su máxima excelencia en el modo de transmisión.
El autor también detecta en este libro, que los programas de formación, salvo los propiamente técnicos, por muy perfectos que sean en la teoría, suelen fracasar en la práctica o perder su efectividad con el tiempo, porque el formado, de manera inconsciente, tiende a juzgarlo y adecuarlo a su manera de pensar. Esto nos permite entender que dentro de un grupo, la efectividad formativa no depende tanto del programa de formación, sino de lo que cada uno hace con dicho programa de formación.
De esta manera: “ la información más útil y precisa que obtiene la empresa sobre los programas de desarrollo, se encuentra en la opinión de los empleados sobre la utilidad y validez de los métodos empleados para su crecimiento profesional y para su aprendizaje”. Por lo tanto, si no escuchamos su opinión, no sabremos si hay o no impacto sobre su psiquismo sobre el valor de dicha formación. Y por experiencia todos sabemos que aquello que no nos impacta o que no le encontramos una utilidad, tendemos a desecharlo de manera inconsciente. Simplemente por una cuestión de ahorro de energía, porque todo los juzgamos desde la utilidad personal. Todo aquello que sirva para un mejor desempeño en lo laboral y que a la vez, produzca un alivio en el espíritu, lo consideramos útil y de valor, por lo tanto sirve.
Uno de los paradigmas dentro de la cultura empresarial es la gestión del desempeño, definiéndolo como el proceso que mide la aportación de un empleado a la empresa y permite potenciar sus fortalezas y conocer sus necesidades, impulsando su crecimiento profesional. Entonces, cómo lograr una mayor implicación de las personas hacia la empresa, cómo conseguir ese fervor, interés y deseo necesario para el avance y el crecimiento?
“ Si se cuida la vida laboral del empleado, esto tendrá repercusiones sobre su vida personal “. El psicoanálisis empresarial viene a comprobar que sólo se da cuando se siente que se debe. Si no existe tal sentimiento, es difícil canalizar hacia la productividad un agradecimiento que no existe. Lo importante desde la dirección, desde la empresa es generar – con los instrumentos necesarios- deuda simbólica en cualquiera de los estandartes de la empresa. Cualquier persona, bajo el sentimiento de deuda, experimenta una necesidad de calmar la misma, ofreciendo algo que compense lo recibido y cuando no se da, habiendo recibido, aparece el insoportable sentimiento de culpa. ( Continuará )
domingo, 31 de enero de 2010
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