lunes, 27 de abril de 2009

NO HAY FUTURO SIN ILUSIONES

La desmotivación, la apatía, el aburrimiento, la incertidumbre, la monotonía, etc., son entre muchos otros, los factores que acaban con el ánimo de muchos trabajadores. Cuando los trabajos no tienen más proyección que seguir siempre siendo igual, es fácil caer en una especie de olvido laboral, de automatizar la función o el lugar donde se trabaja. La falta de motivación, hoy por hoy son el alma negra de muchas empresas. La motivación es una energía tocada por el deseo. Y deberíamos saber que la tendencia del ser humano es a la quietud, a la pereza, al apalancamiento, al reposo absoluto, por lo tanto hay una energía que no puede venir de dentro de un trabajador, sino que debe venir de fuera. La motivación debe venir del exterior, ya que a las personas, les cuesta mucho motivarse por sí mismas. Para liderar o dirigir a personas con eficiencia, hay que tener un verdadero perfil de persona deseante, emotiva y motivante. Cuando no es así, los trabajadores funcionan como espejos: Lo que ven es lo que hacen y según lo que reciban así responden. Si una empresa no es capaz de generar la ilusión de un ideal de porvenir, difícilmente dispondrá de trabajadores deseantes, implicados en la dinámica que toda empresa necesita para crecer. Es MUY IMPORTANTE y no olvidar que para posibilitar el crecimiento de una empresa es necesario poder pensar que tiene futuro. Ilusionando a las personas bajo un ideal de crecimiento y mejora laboral, se producen sinergias laborales.
Un líder tiene que creer en su empresa, para poder contagiar entusiasmo a los trabajadores. Su deseo tiene que estar en juego permanentemente, porque lo que se contagia es el deseo. La desconfianza, la apatía, la incertidumbre, el desánimo también se contagia.
Cuando un grupo de persona/s no tienen ilusión, hay que plantearse si su líder o director tiene ilusión. Cuando la Jerarquía no cree o duda de la propia empresa, todas las personas que trabajen para ellos, se verán afectadas por la falta de creencia o por la duda de sus directivos.
SEÑAL DE ALARMA. Donde no hay, mejor no inventar. La sinceridad es un arma mas efectiva que la mentira a la hora de ilusionar.!!!

domingo, 19 de abril de 2009

EL ORIGEN DE LAS NECESIDADES HUMANAS ( y II )

Es muy importante que aprendamos que absolutamente todas las relaciones y vínculos afectivos que se establecen entre las personas guardan relación con los patrones familiares vividos. Esto sucede mediante un complejo mecanismo psicológico llamado IDENTIFICACION. Para el niño y la niña durante la infancia y la adolescencia, los padres y los hermanos junto a familiares de segundo orden- tíos, abuelos, primos- son los primeros modelos de lo que son los hombres y las mujeres y también son las primeras personas hacia las que se despiertan sentimientos y afectos. Tal es así que según la relación de amorodio que hayamos tenido con nuestros familiares, así luego nos relacionaremos con el mundo. El 80 % de los hombres que se llevaron mal con su padre en la infancia o con algún hermano varón, acaban llevándose mal en su vida adulta con otros hombres de su entorno- laboral y/o personal. Un 97 % de las mujeres que se llevaron mal en la infancia con su madre o hermana, luego en su vida adulta, lo reflejan en sus relaciones con otras mujeres mediante una hostilidad o rivalidad manifiesta. Con esto quiero decir que los comportamientos infantiles que vemos en muchos adultos dentro del trabajo o en la vida cotidiana, tiene que ver con una conducta infantil que no han logrado madurar y que se desplaza a situaciones de su vida adulta. Si entendemos esto, vamos a entender muchas de las situaciones o conflictos dentro del ambiente laboral y/o social de las personas. Siempre que dos personas se enfrenta, rivalizan, se agreden, se desean, se aman, se odian, etc.. es porque se recuerdan mutuamente a alguna circunstancia conocida de su vida familiar. Nos caen bien o mal las personas según nos recuerden a alguien cercano de nuestra vida laboral y/o entorno personal. Todo esto sucede de manera inconsciente sin que nos demos cuenta de ello. Por esto mismo, es fundamental tener los instrumentos de lectura adecuados poder DIAGNOSTICAR este tipo de situaciones y poder abordarlas de manera adecuada, porque si no, nunca entenderemos porqué las personas se llevan bien o se llevan fatal entre ellas.

domingo, 12 de abril de 2009

EL ORIGEN DE LAS NECESIDADES HUMANAS ( I )

Por mucho que cueste admitirlo, el ser humano necesita de otros seres humanos para vivir en sociedad. Un hombre solo no puede nada. Dice el Dr. Miguel Oscar Menassa, que el poder de un hombre, son sus relaciones sociales. Las diferencias entre una vida y otra, depende del grado de interación que una persona tiene con lo social. Tal es así que las personas sociables, tienen una vida mucho más atractiva que aquellas que no lo son. La pregunta que uno debe hacerse a sí mismo es sobre las causas inconscientes que llevan a una persona a no querer relacionarse o relacionarse mal en la vida con otros semejantes. Poderosas fuerzas inconscientes, determinan el modo de vivir y de trabajar del hombre, el cual no deja de ser más que un esclavo de sus pasiones. Todo rechazo al mundo, a relacionarse, a mantener un orden de equilibrio emocional con los demás, está dictaminado por la relación que toda persona tiene con sus propios fantasmas emocionales. Existe una importante relación entre el desarrollo emocional del adulto y el camino recorrido desde la etapa infanto-juvenil hasta la edad madura. Tal es así, que según el modo en que fueron establecidas las primeras relaciones afectivas en la infancia, influirá poderosamente en el modo de relacionarse del sujeto adulto. Es frecuente ver explosiones afectivas y emocionales en casi todas las personas maduras que bien nos recuerdan a la actitud de los niños pequeños. Podemos afirmar que el hombre vive acompañado toda su vida de aquello que conformó sus primeras relaciones con el mundo: la familia.
La familia es determinante en el desarrollo de la personalidad y en el equilibrio psicoemocional del hombre. Los lazos emocionales que se establecen perduran incluso más allá de la muerte. No se puede pensar ninguna relación del hombre adulto con la sociedad si previamente no se tiene estudiado la relación inicial que mantuvo con las figuras familiares. Todos los trastornos emocionales, afectivos y económicos del adulto, guarda una íntima relación con el modo de renuncia o aceptación de los vinculos familiares establecidos en la estapa infantil.

domingo, 5 de abril de 2009

NADA ES CASUAL

Las funciones fallidas, o sea, el olvido ocasional de palabras, nombres, ciertos propósitos, equivocaciones orales, en la lectura, el extravío de objetos, la pérdida de los mismos, determinados errores contrarios a nuestros conocimientos, algunos gestos o movimientos habituales, todo esto que reunimos bajo el nombre común de funciones fallidas del hombre sano y normal, ha sido, en general, poco atendido por la Psicología, atribuyéndose a la distracción y considerándose derivado de la fatiga, la falta de atención o al afecto de ciertos leves estados patológicos. La investigación analítica ha demostrado que las funciones fallidas son verdaderos fenómenos psíquicos y entrañan siempre un sentido y una tendencia, constituyendo la expresión de una determinada intención, que a consecuencia de la situación psicológica dada no encuentran otro medio de exteriorizarse. Tal situación, es, por lo general, la correspondiente a un conflicto psíquico privado de su expresión directa y que ha buscado un camino indirecto para expresarse. La persona que comete el acto fallido puede darse cuenta de él y puede separadamente conocer la tendencia reprimida que en su fondo existe, pero hasta que el psicoanálisis se lo revela, ignora casi siempre, la relación causal existente entre la tendencia y el acto.
Los motivos que con más frecuencia nos mueven a reprimir una intención, obligándola a manifestarse mediante la expresión directa en un acto fallido, es la evitar el displacer o malestar. Por ejemplo, olvidamos el nombre de una persona cuyo recuerdo nos produce malestar. Perdemos un objeto cuando nos hemos enemistado con la persona a la cual nos recuerda o que nos lo regaló. Perdemos el tren o tomamos un camino equivocado cuando vamos a disgusto a un lugar, etc.. La memoria es muy parcial y tiene una gran disposición a excluir de la misma la reproducción de todo aquello que va unido a un sentimiento penoso, aunque no siempre lo consiga.
A veces, un acto fallido es dificil de comprender, a causa de la intervención de un proceso llamado " desplazamiento". Por ejemplo, olvidamos el nombre de una persona contra la cual nada tenemos, pero asociativamente guarda relación con el nombre de otra persona con la cual sentimos malestar. El olvido del nombre de la persona inocente escondía la intención de olvidar el nombre parecido o semejante de otra persona hacia la cual sentimos algún tipo de afecto.
La pérdida de objetos no constituye casi nunca una casualidad y que dicha torpeza no es muchas veces sino un disfraz de intenciones ocultas. El psicoanálisis descubre como detrás de algo que le sucede a la persona, se hallaba una intencionalidad inconfesada de la propia voluntad, incluso en accidentes graves que son adscritos a la casualidad. Este hallazgo del psicoanálisis viene ha hacer aún más espinosa la diferenciación entre la muerte por accidente y el suicidio inconsciente.