domingo, 21 de febrero de 2010

PEOPLE EXCELLENCE ( y 6ª )

Javier, también detecta una fisura en los grupos y es que antes de incorporar un nuevo conocimiento, todos nosotros, lo pasamos inconscientemente y previamente por el filtro de la ideología, de la crítica y de la razón. Y si algo de lo que nos dicen que debemos aprender roza con nuestra forma de pensar, automáticamente es porque hay una resistencia a lo nuevo, que es el mayor paradigma de lo humano: la resistencia a incorporar lo diferente. Por eso que cuando los conocimientos no llegan a las personas es porque previamente se están rechazando, no lo olvidemos nunca.
Es decir, antes de dar primero hay que valorar la capacidad de recibir. Por eso que el primer aprendizaje pasa por una formación más humanitaria sobre los directivos. Donde no hay no se puede dar. Muchos directivos todavía piensan que las relaciones laborales están legisladas por el contrato laboral y hasta un cierto punto es correcto, sin embargo, se olvidan de gestionar el llamado contrato emocional, contrato basado en la confianza que según se gestione, vincula y fideliza la actuación de cualquier trabajador.
La creación de riqueza, como dice el autor, exige un nuevo enfoque centrado en maximizar el rendimiento de las personas, no del capital invertido. La prueba, por ejemplo, la tenemos en los equipos de fútbol. Grandes inversiones sobre jugadores que no logran rentabilizar su inversión, ello es debido a que se olvidó los aspectos personales y emocionales del mismo, se olvidan con frecuencia de la creación y mantenimiento del contrato emocional.
De manera latente, en el texto, Javier nos dice que las personas tienen agrupadas sus necesidades en dos grandes bloques: las económicas y las emocionales. Las económicas alcanzan con el mantenimiento de un nivel de vida que cada uno se diseña y las emocionales, dentro de la empresa, dónde quedan.? Se pregunta el autor, si no habrá un descuido sobre dichas necesidades emocionales que no dejan de ser otras que las de sentirse persona dentro del trabajo.
Por último quiero cerrar con un texto del su obra: El Oficio de Morir, del Director de la Escuela de Psicoanálisis, el Doctor y Psicoanalista Miguel Oscar Menassa que dice: “ la vida de los hombres actuales como yo, funciona dentro del campo de la oferta y de la demanda. Y nadie ya puede negar el regocijo interior cuando alguien nos dice que valemos mucho, o por lo menos que valemos más que otro. En el fondo en estos sistemas, todos anhelamos ser una mercancía de primera necesidad, costosa. Si dieran premio por ser hombre, mujer, tal vez quisiéramos ser eso. Pero el ser humano, no puede vivir sin recompensa y si lo único que se recompensa, es la muerte, el ser humano morirá.” Muchísimas gracias.

sábado, 6 de febrero de 2010

PEOPLE EXCELLENCE ( 7ª parte )

Como bien nos muestra el autor en su libro, con la buena voluntad, no basta. Se debe crear una cultura empresarial basada en valores personales y aportar a los empleados, lo que no tienen, para que la formación, más allá de lo técnico, vaya acompañada de un valor intrínseco que realmente constituya una fuente de valor para los formados y si no, la formación, será letra muerta para nuestro inconsciente. No servirá de nada.
El autor, nos dice que las necesidades de la empresa se amparan sobre sus empleados y las necesidades de sus empleados sobre la empresa, por eso mismo, se debe pensar que la unión y la necesidad, siempre es recíproca.
Un punto oscuro que visualiza el psicoanálisis sobre dirección y liderazgo muestra que la brillantez de los conocimientos cuando no van acompañados de una personalidad con capacidad de amoldarse a la necesidad imperante, la propia personalidad se convierte en fuente de fricciones. Tenemos el ejemplo del entrenador de fútbol que debe amoldarse a lo que equipo necesita y cuando no es así, la personalidad del entrenador, acaba convirtiéndose en su propia guillotina.
El autor muestra en su libro que la dirección es del orden del compromiso, mostrando que una cosa es la ambición por dirigir personas y otra cosa es la fantasía de dirigir. El que ambiciona dirigir, sabe que tendrá que hacer un trabajo sobre sí mismo para ser ese director que piden que sea. Cuando sólo se fantasea dirigir, se huye de la idea de cambio personal, ya que dirigir supone un fuerte y verdadero compromiso día a día, donde se pone a prueba múltiples factores de la personalidad que deben ser revisados y transformados cuando la dirección no está resultando ser del todo efectiva.
El directivo que fantasea, es más del orden de mandar que dirigir. Y mandar, se manda con la personalidad, con la imposición, pero eso, no es dirección. Cuando se propone la dirección a una persona se debe valorar su capacidad de transformación y adecuación, es decir, si puede llevar a cabo una buena legislación de su narcisismo. ( Continuará )