Es interesante estudiar al ser humano. Un hombre solo, no puede nada pero con otros si puede. Sin embargo, desde hace unos quince años, estamos observando el desarrollo - cada vez mayor- de una corriente de actitudes humanas que tienen que ver más con la intolerancia que las personas se tienen entre ellas. En el Congreso de 1999, organizado por la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero en Buenos Aires, “ Las patologías de fin de siglo “ , se concluyó que la enfermedad actual que aquejaba a casi todas las personas era que “ nadie aguantaba a nadie “. Las relaciones humanas, son como las relaciones antígeno-anticuerpo. Esto quiere decir, que una persona, en contacto con nosotros, nos puede llegar a provocar múltiple tipos de reacciones: odio, amor, deseos, prurito, celos, envidia, simpatía etc.. Lo cual quiere decir, que nadie es indiferente a nadie y esto genera en nosotros, una tendencia a evitar el contacto con otras personas, porque siempre va a surgir algo, cada vez que dos vidas se cruzan. Por lo tanto, se fomenta el aislamiento y la idea de que “ podemos solos, sin necesidad de los otros “. Semejante pensamiento, ha producido una corriente de personas que desgastan inútilmente su esfuerzo, su energía y sus vidas, tratando de demostrar al mundo que pueden vivir sin la necesidad de demás. Tal esfuerzo inútil, a la larga agota y acaba produciendo incluso alteraciones corporales: disfunciones eréctiles en el hombre, trastornos cardiacos, digestivos, coitos doloroso en la mujer, alopecia precoz, enfermedades de la piel, estreñimiento pertinaz, etc.. Porque por más que uno lo intente, solo, no se puede nada. Entonces, debemos estudiar y analizar por qué toleramos tan poco a las personas. Esto tiene que ver con una cuestión psíquica denominada “ el proceso de identificación “, que es un mecanismo mediante el cual, las personas identificamos a los otros con nuestros fantasmas personales. Quiero decir, que según el grado de satisfacción o insatisfacción de las experiencias familiares, sociales y personales vividas, acabará marcando el modo de relacionarnos con los demás. Si te llevas mal con tu padre, todo aquel que te recuerde a él, te llevará al conflicto con quien te recuerde a él. Si te divorciaste de una mujer caprichosa o de un hombre perezoso, todo aquel que te recuerde a ellos, de manera inconsciente lo rechazarás. Resumiendo: somos el producto de nuestros fantasmas personales. Según nos relacionemos con nosotros mismos, así nos relacionaremos con el mundo. Y para terminar una fórmula: “ Rechazo de las persona, lo que me recuerdan de mi.”. El mundo es un espejo: cada vez que miro, siempre encuentro otro que me mira, es decir, mi propia imagen pero proyectada por los otros. Gracias.
domingo, 24 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Publicar un comentario