Tenía 19 años cuando conocí
el psicoanálisis. Gracias a un trastorno obsesivo compulsivo que tuve, me hizo
encontrarme con el psicoanálisis. Visité psicólogos, psiquiatras pero algo de
aquello encuentros me hizo entender que lo que me estaba pasando tenía que ver
con las impotencias potencias que frente a mi vida iban a aparecer. Alguna
inteligencia de mí, ya con esa jóven edad, me advertió que estaba unido a
fuertes cadenas ideológicas familiares y sociales. Cada vez que hice intentos
de abrir nuevos caminos sólo escuchaba frases como: “ para qué quieres mas.” O “conformate
con lo que Dios te ha dado”, o “tanta ambición no es buena” o “en la vida hay
gente rica y gente pobre, si a ti te ha tocado ser probre, tienes que
aguantarte”… Podría seguir enumerando muchas mas. Pero aquellas frases yo
sentía que no eran mías. Me quería atar, frenar mi espíritu jóven, mis ansias
de ser algo en la vida…. Pero todo fueron cadenas. Esa inteligencia de la que
hablo me hizo estar atento a cualquier señal que pudiera indicarme que habría
de haber otros caminos. Así llegue hacia una antigua profesora, psicóloga y
psicoanalista, cuyo modo de hablar causó en mí admiración. Yo le pedí que me
escuchara, que mis ambiciones eran más grandes que yo pero no sabía cómo
crecer. Me dijo que si tenía algo de dinero. Le contesté que algo de dinero
tenía porque a mí siempre me gustó trabajar y ya lo hacía con aquella edad. Me
dijo, llama a esta persona. Era una psicoanalista del Grupo Cero. La primera
entrevista que tuve ya que liberó de la angustia. Fue lo más tranquilizador
observar una persona que realmente me escuchara, sin prejucios, sin censuras.
Le dije todo lo que me venía a la mente y al ver que no me decía nada, yo me
animé y seguí y seguí diciendo todo lo que me venía a mi mente. Quedamos para
una segunda entrevista y cerramos dos encuentros a la semana. Yo por entonces
había comenzado primero de Medicina y recién comencé a trabajar como agente de
seguros. En menos de un año, pude hacerme cargo de mi primer año de carrera y
en menos de un año, logré hacerme el mejor agente de seguros de España,
vendiendo pólizas de entierro ( decesos ). Yo llegaba a mi psicoanálisis y todo
era libertad para decir, expresar y no me censuraban. Aquella libertad, me daba
una energía que pude contagiar a muchos de mi amigos por aquella época pues en
menos de un año, más de veinte amigos míos comenzaron su psicoanálisis. Los
años de carrera fueron maravillosos, trabajaba, me psicoanalizaba, entendí las
primeras cuestiones del amor y de sexo y vivía como un jóven libre. Luego llegó
el final de carrera, el trabajo comprometido, y los estudios de psicoanálisis.
La vida era un camino, pero esta vez, yo lo escribía. La ideología familiar,
social represora, ya no hacía mella en mí y cualquier cosa que me proponía, lo
conseguía. Y respondía, lo hago con psicoanálisis y trabajo. Con los años, la
vida fue tomando para mí el rumbo de mis deseos. Me casé con una maravillosa
mujer, comencé a entender a la poesía y a ser mas tolerante para con los otros.
Eso me llevó por otros caminos sociales y comprender algo más del amor. Ahora
sigo en el camino del psicoanálisis, del trabajo y de la poesía. Sigo
inaugurando nuevos campos, implicándome en muchos destinos y puedo decir que mi
vida es la que yo he querido. Por eso que cuando veo tantos destinos desviados,
tanto sufrimiento y vidas que irremediablemente se van a perder, me digo: qué
diferente sería el destino de tantas personas si conocieran el psicoanálisis. Y
en este registro me hallo. Tratanto de ser una herramienta y un instrumento
necesario para todo aquel que aprecie su vida. Sin embargo, a veces, aún teniendo
una luz delante, nuestra ceguera ideológica nos impide verla.
lunes, 28 de octubre de 2013
sábado, 26 de octubre de 2013
REFUGIARSE EN LA ENFERMEDAD MENTAL
Un gran número de personas, situados frente a conflictos y cuya solución se les hacía demasiado difícil, se han refugiado en la enfermedad, alcanzando con ella ventajas que no se pueden negar aunque demasiado caras a la larga. ¿Quñe ocurre cuando estas personas, frente al psicoanálisis hablen y se den cuenta que ya no pueden huir ni refugiarse en su enfermedad, viendo que no les queda mas remedio que curarse?
Tendrían que reconocer los instintos, las pulsiones, sus deseos dominantes, afrontar el conflicto y combatir o renunciar a los deseos inconscientes que por intolerables a la conciencia, les ha supuesto un conflicto que les ha hecho enfermar.
Pero vamos a descartar algo, ya que los psicoanalista no somos fanáticos higienistas o terapeutas que vamos por la vida queriendo salvar a todo aquel que sufra de una enfermedad mental. Si se teme al psicoanálisis es por su poder terapeútico pero bien es cierto que el psicoanálisis sólo es efectivo con todo aquel que está dispuesto a afrontar su conflicto y resolverlo, aunque para ello tenga que renunciar a las ventajas de ser un enfermo.
El psicoanálisis ha demostrado que no es idealista ni tiene afan de curar a todo aquel que padezca de una dolencia del alma. Es más, el psicoanálisis viene a dar cuenta que la curación de una enfermedad neurótica puede incluso no ser beneficioso para el enfermo. Muchas personas se preguntarán que si bien, liberar a una persona de todo aquello que la impide ser feliz, ¿cómo no va a ser beneficioso? Muchas de las personas que se refugian en la enfermedad no resistirían el conflicto que les supondría estar bien frente a la familia o la sociedad. Sucumbirían rápidamente o incluso serían capaces de causarse algún daño más grave para volver a recuperar su estatus de enfermo, por lo tanto, el intento de curación serína más nocivo que su propia enfermedad neurótica.
De aquí definimos, que el psicoanálisis no tiene intención de curar, ya que estaría faltando el respeto al enfermo pues no sabemos, aunque acuda a psicoanalizarse, si su deseo es o no curarse. Por lo tanto, el curarse, es algo secundario para el psicoanálisis, es más, al psicoanalista no le tiene que importar si el paciente quiere o no quiere curarse. Al psicoanalista, solo debe interarse psicoanalizar al paciente, es decir, hacer entender la relación que existe entre su enfermedad y sus deseos o impulsos inconscientes, causantes del conflicto moral con su yo, que lo ha llevado al desearrollo de una enfermedad mental para defenderse de si mismo. Por lo tanto, cuando una persona enferma o con problemas acude al psicoanálisis, el psicoanalista no tomará la decisión de su curación, sino que será el propio paciente, quien en el proceso de su psicoanálisis, al ir entendiendo poco a poco el conflicto que le llevó a enfermar, en ese camino hallará su propia curación.
jueves, 24 de octubre de 2013
LAS VENTAJAS DE SER UN ENFERMO MENTAL
Las psiconeurosis son satisfacciones
sustitutivas deformadas de instintos cuya existencia tiene que ocultar el
sujeto a los demás e incluso a su propia conciencia. La existencia de las
neurosis, de los trastornos mentales reposa en esta deformación y este
desconocimiento. Con la solución del enigma planteado y la aceptación de la
misma por el enfermo, queda incapacitada para seguir manteniéndose en el
sujeto, estos estados patológicos. Los trastorno mentales, guardan relación con
la existencia de impulsos, deseos, que la persona bajo los síntomas de su
enfermedad, tratará de ocultar -pero de manera inconsciente-, socialmente se
sabe que detrás de un trastorno mental se esconde una actitud contraria a la
buena voluntad del paciente. Así por ejemplo, una exagerada ternura angustiada,
encubre un odio inconsciente. La agorofóbia, delata ambiciones defraudadas y
los actos obsesivos, representan reproches y medidas de seguridad contra los
propios propósitos malignos. Los demás, familiares o extraños, a los cuales se
les quiere ocultar mediante la enfermedad sus procesos anímicos inconscientes,
conocen perfectamente –pero de manera inconsciente- el sentido general de sus
síntomas, advirtiendo que su trastorno patológico puede ser interpretado en el
acto por todos-pero de manera inconsciente-. Solamente, la ventaja de la
enfermedad, es una condición que existe cuando el ambiente personal o familiar
del enfermo facilita la permanencia de la enfermedad. ¿Quiero esto decir
entonces que la propia familia o la propia pareja del enfermo apoya la
enfermedad del mismo? El Dr. Miguel Menassa, comenta que dentro de una familia,
el sujeto que enferma no es exactamente el mas enfermo de dicha familia, pero
sí el más débil, el cabeza de turno elegido por la familia para que enferme. De
manera que la existencia de un enfermo mental dentro de una familia no deja de
ser más que el escaparate de todos los enfermos que hay dentro de la misma, por
lo tanto, este tipo de pacientes, tanto ellos como la familia, suelen oponerse
a la terapia del psicoanálisis para evitar la curación y, el desenmascaramiento
de toda una problemática familiar que suele ocultar tras la enfermedad de uno
de sus miembros. Por lo tanto, INTERESA que la persona siga enferma. Su
enfermedad es un alivio para el resto de los componentes familiares. Y de ahí,
el beneficio o la ventaja de hallarse enfermo. De hecho, este tipo de personas,
tanto ellos como sus familiares, se encargan de buscarse los peores
especialistas para no hallar nunca la solución al problema y optan por
cronificar la situación del enfermo bien ayudando a enfermar más al enfermo o
anularle mediante el uso de medicación.
domingo, 20 de octubre de 2013
EL PORVENIR DEL PSICOANÁLISIS ( parte 1 )
La técnica del psicoanálisis se propone facilitar al paciente
su acceso a los contenidos de su psiquismo inconsciente. Dicho acceso, está
dificultado por las llamadas resistencias del paciente a la cura, lo que puede
llegar a dificultar dicho acesso. Una vez superadas las mismas, los contenidos
inconscientes emergen a la conciencia. Ningún psicólogo, psiquiatra o
psicoterapeuta que quiera practicar el psicoanálisis, podrá hacer buen uso de
esta técnica terapeútica si previamente no ha llevado a cabo un psicoanálisis
personal, ya que sus propios complejos y resistencias, impediran comprender las
resistencias y los complejos de sus pacientes. Aquellos que no lleven a cabo un
psicoanálisis personal y no se hallen en formación psicoanalítica, mejor que no
pretendan ejercer el psicoanálisis porque verán errada su intención y no
lograrán ningún éxito terapeútico entre sus pacientes.
El yo, la parte consciente de la personalidad sufre las
consecuencias de la civilización. El extraordinario incremento de las neurosis
y los trastorno mentales desde que las religiones han perdido su fuerza, nos da
una medida de la inestabilidad interior de los hombres y de su necesidad de
apoyo. El empobrecimiento, digásmolo así, de la persona, tiene que ver con el
enorme esfuerzo que debe hacer para reprimir sus intintos sexuales y que la
sociedad condena de manera enérgica.
Desafortunadamente, la sociedad, lejos de incluir el
psicoanálisis dentro de sus doctrinas científicas, lo separa y lo relega
simplemente por un interés comercial respecto a las enfermedades mentales, que
mueven miles de millones de euros anuales en tratamientos con pastillas que no
curarán jamás al enfermo y para colmo, le hacen creer que estára enfermo de por
vida para así asegurarse la continuidad de un tratamiento que solo podrá
calmarle un poco los nervios.
Otros dirán que el interés es nuestro y bien podemos
responder que un psicoanálisis de cualquier dolencia, es mucho más barato que
cualquier tratamiento con pastillas de por vida. Cualquier problema mental,
entre uno y tres años puede llegar a su total curación siempre y cuando por
parte del enfermo y de sus familiares, faciliten el tratamiento. Y por muy
lento que pueda parecer, uno, dos o tres años de tratamiento, donde se le
devuelve la alegría de vivir y la curación a una persona, no tienen precio si
por ello gana el resto de su vida. ( CONTINUARÁ )
EL PORVENIR DEL PSICOANÁLISIS ( parte 2 )
La sociedad, el Estado, no ve bien el psicoanálisis y opone resistencia a que ocupe un lugar de
vital importancia y autoridad dentro del campo de la Sanidad, ya que sometemos
al Estado y a lo social a una crítica responsabilizándolos en parte de la
causación de las neurosis y los trastorno mentales en las personas. Del mismo
modo que nos atraemos la hostilidad del paciente al descubrir lo reprimido en
él, la sociedad no puede ver con simpatía al psicoanálisis porque revela sus
daños y sus imperfecciones ya que hace caer ideales y modelos ideológicos que
no sirven para la producción de salud en las personas. Sin embargo, por más que
halla un sector opositor al psicoanálisis, su aparición HA SIDO UNA PRODUCCIÓN
por la misma sociedad para su salvación. Por muy poderosos que sean los afectos
y los intereses de los gobiernos, lo intelectual y la supervivencia del hombre
también es un poder. Las cosas pasan cuando tienen que pasar y una sociedad
totalmente loca no le interesa a la propia sociedad. De ahí que el
psicoanálisis vino a producirse como una ciencia que daría cuenta de la
naturaleza psíquica de lo humano, entendiendo por lo tanto, los procesos por
los cuales las personas enferman. Y cierto es que no se enferma el que quiere
sino el que puede, es decir, la enfermedad mental es una posibilidad humana,
por lo tanto, también es una decisión inconsciente, una forma de vivir aunque
suponga una minoración de la enorme capacidad que tiene el hombre de ser
hombre. Las verdades más espinosas e hirientes, acaban por ser escuchadas y
reconocidas una vez que los intereses heridos y los afectos por ellos
despertados, han desahogado su violencia. Siempre ha pasado así y las verdades
indeseables que nosotros los psicoanalistas tenemos que decir al mundo,
correrán la misma suerte. Pero sabemos, que hemos de saber esperar. Las
personas no son idiotas aunque a veces se lo hagan. Uno puede huir de una
verdad que no quiere escuchar, de la naturaleza de sus deseos, de su causa de
enfermar, pero a la larga, lo que se rechaza de uno mismo, retorna con igual o
mal fuerza. Nuestra mente, quiere hablar, se quiere expresar y por mas frenos,
por mas renuncia, por más represión que ejerzamos sobre la misma o que ejerza
lo social por lo humano, al final vuelve, retorna. Lo reprimido es aquello que
siempre retorna, que se repite, que halla su camino de expresión. Entre
enfrentarse a la verdad de cada uno o reprimirla, se encuentra la diferencia
entre vivir como humanos libres o como esclavos. Muchas gracias.
sábado, 12 de octubre de 2013
EL SENTIDO DE LOS SÍNTOMAS ( 2ª parte )
Tratamos el caso de una bella joven de diecinueve años,
hija única y superior intelectualmente a sus padres. De niña presentaba un
carácter salvaje y orgulloso y durante sus últimos años, sin causa aparente,
llegó a mostrarse patológicamente nerviosa. Tiene una marcada hostilidad contra
su madre, está descontenta, deprimida, e inclinada a la indecisión y a la duda.
Tiene un importante ceremonial con el que se acuesta todas las noches y que
llega a desesperar a sus padres. Refiere que para dormir, necesita un silencio
absoluto y evita todo aquello que puede producir ruido. En primer lugar, para
el reloj de pared que hay en el cuarto y transporta todos los relojes a otra
habitación. Mete reloj de pulsera en un estuche, y se lleva a fuera todos los
floreros, jarrones y objetos que puedan caer durante la noche y perturbar su
reposo. Luego, exige que la puerta de la habitación de los padres este
entreabierta e inmoviliza la puerta con pequeños objetos. Y respecto a su cama,
la almohada larga no debe tocar la cabecera y un almohadón pequeño, tiene que
quedar dispuesto en rombo con la almohada grande, reclinando la enferma su
cabeza sobre el almohadón pequeño de para que quede en el sentido del diámetro
longitudinal del rombo. Y por último, sacude el edredón hasta que todo su
contenido se acumule en la parte inferior, formando un montículo que
inmediatamente lo deshace igualándolo de nuevo. Una vez hecho todo este
ceremonial, la enferma teme no haberlo llevado a cabo con todo el cuidado
necesario y revisa, repite cada no de los actos una y otra vez según la duda va
recayendo sobre ello. Todo el ritual, la lleva mas de dos horas, durante las
cuales, ni la mucha logra dormir, ni sus atemorizados padres. Con tratamiento
psicoanalítico, la paciente logró su total curación. Según las asociaciones de
la paciente, el sentido de sus síntomas eran los siguientes: el reloj,
representaba para ella un símbolo del genital femenino. Ya que nada hay más
periódico que un reloj. De hecho, cuando una mujer es regular con sus menstruos
suele decir que “anda como un reloj”.
Pero el temor de la paciente era a ser despertada por el tictac de los relojes,
que la recordaban los latidos de su clítoris cuando estaba excitada. La enferma
durante la noche, se había despertado con esta penosa sensación y el temor que
ello la inspiraba, que era la erección nocturna de su clítoris. Los floreros y
los jarrones, también representaba para ella, símbolos femeninos. Siendo niña,
iba con un vaso en la mano y se cayó al suelo, hiriéndose en un dedo con un cristal
y sangrando abundantemente. Más tarde, al llegar a la pubertad, tuvo
conocimiento de las relaciones sexuales y quedó obsesionada por el temor
angustioso de NO sangrar durante la noche de boda, circunstancia que haría
dudar a su marido de su virginidad. Sus precauciones contra la rotura de
floreros y jarrones de su alcoba, constituyen, pues, una especie de reacción
contra todo el complejo relacionado con al virginidad y la hemorragia
consecutiva al primer contacto sexual, reacción de protesta que se dirige tanto
contra el temor de sangrar como contra el opuesto de no sangrar. La colocación de las almohadas, tenían su
sentido pues que la almohada no tocase la cabecera del lecho, representaba a la
mujer y la pared vertical del lecho al hombre, de manera que ella pretendía
separa al hombre de la mujer, es decir, impedir a sus padres todo contacto
sexual. Antes del establecimiento del ritual, había logrado simulando miedo,
que sus padres durmieran con la puerta abierta, de manera que quedase abierta
durante la noche. De este modo, podía expiar a los mismos y esto le llevó a
contraer un insomnio que le duró varios meses. Y no contenta con exigir que
tuvieran la puerta abierta, mas de una vez se llegó a instalar entre ambos en
el lecho conyugal, de manera que lograba separar la “almohada” de la
“cabecera”. Cuando alcanzó ya una edad en la que no podía acostarse con sus
padres, sin molestarlos, se las ingenió para simular un incoercible miedo con
el fin de que la madre le cediese su sitio junto al padre y fuera a ocupar su
cama de soltera. El acto de sacudir el edredón para formar u montículo, tenía
el sentido del “embarazo”. La paciente, durante años había tenido miedo de que
sus padres tuvieran un hijo y así ella perder su posición privilegiada. Estos
eran los pensamientos que nuestra virginal paciente tenía en su cabeza. Por lo
tanto, hemos podido mostrar la relación de sus ceremoniales con las fantasías
de origen sexual que la paciente tenía. Por lo tanto, la realización del
ceremonial, mostraba y traducía por un lado sus deseos sexuales pero a la vez,
la negación de los mismos, como medio de defensa. Más adelante, se supo que
esta chica sentía por su padre una fuerte atracción erótica que se remontaba a
la niñez y era la causa de su actitud hostil contra su madre. Entonces, el
análisis de los síntomas nos ha introducido en la vida sexual de la enferma,
como hemos podido comprobar. El sentido de un síntoma siempre guarda relación
con la vida íntima del enfermo.
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