La sociedad, el Estado, no ve bien el psicoanálisis y opone resistencia a que ocupe un lugar de
vital importancia y autoridad dentro del campo de la Sanidad, ya que sometemos
al Estado y a lo social a una crítica responsabilizándolos en parte de la
causación de las neurosis y los trastorno mentales en las personas. Del mismo
modo que nos atraemos la hostilidad del paciente al descubrir lo reprimido en
él, la sociedad no puede ver con simpatía al psicoanálisis porque revela sus
daños y sus imperfecciones ya que hace caer ideales y modelos ideológicos que
no sirven para la producción de salud en las personas. Sin embargo, por más que
halla un sector opositor al psicoanálisis, su aparición HA SIDO UNA PRODUCCIÓN
por la misma sociedad para su salvación. Por muy poderosos que sean los afectos
y los intereses de los gobiernos, lo intelectual y la supervivencia del hombre
también es un poder. Las cosas pasan cuando tienen que pasar y una sociedad
totalmente loca no le interesa a la propia sociedad. De ahí que el
psicoanálisis vino a producirse como una ciencia que daría cuenta de la
naturaleza psíquica de lo humano, entendiendo por lo tanto, los procesos por
los cuales las personas enferman. Y cierto es que no se enferma el que quiere
sino el que puede, es decir, la enfermedad mental es una posibilidad humana,
por lo tanto, también es una decisión inconsciente, una forma de vivir aunque
suponga una minoración de la enorme capacidad que tiene el hombre de ser
hombre. Las verdades más espinosas e hirientes, acaban por ser escuchadas y
reconocidas una vez que los intereses heridos y los afectos por ellos
despertados, han desahogado su violencia. Siempre ha pasado así y las verdades
indeseables que nosotros los psicoanalistas tenemos que decir al mundo,
correrán la misma suerte. Pero sabemos, que hemos de saber esperar. Las
personas no son idiotas aunque a veces se lo hagan. Uno puede huir de una
verdad que no quiere escuchar, de la naturaleza de sus deseos, de su causa de
enfermar, pero a la larga, lo que se rechaza de uno mismo, retorna con igual o
mal fuerza. Nuestra mente, quiere hablar, se quiere expresar y por mas frenos,
por mas renuncia, por más represión que ejerzamos sobre la misma o que ejerza
lo social por lo humano, al final vuelve, retorna. Lo reprimido es aquello que
siempre retorna, que se repite, que halla su camino de expresión. Entre
enfrentarse a la verdad de cada uno o reprimirla, se encuentra la diferencia
entre vivir como humanos libres o como esclavos. Muchas gracias.
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