domingo, 29 de diciembre de 2013
PSICOANALISIS. TRATAMIENTO DEL ALMA ( 2ª parte )
El
ejemplo más común de acción psíquica sobre el cuerpo y que puede observarse
siempre en cualquier individuo, lo muestra la llamada”expresión de las
emociones”. Casi todos los estados de ánimo de una persona, se exteriorizan por
tensiones y relajamientos en la musculatura de la cara, en los cambios
vasculares de la piel, en la tonalidad de la voz, en los movimientos de sus
piernas o de sus manos, en las alteraciones de su actividad cardiaca. Bien son
conocidas por todos que bajo la influencia del miedo, de la ira, del dolor, del
placer sexual, etc., se producen expresiones somáticas: aumento de la secreción
salivar, taquicardias, nerviosismo, rubor facial, ganas de miccionar o defecar.
Los
estados afectivos de naturaleza penosa, como suele decirse, depresiva, como la
congoja, las preocupaciones, las aflicciones, reducen la ganas de comer, de
hacer ejercicio, de disfrutar de las actividades cotidianas y aumentan el
número de contagios a virus y bacterias.
Ciertos
estados patológicos en la persona observamos que pueden ser profundamente
influidos, empeorando los mismo ante un susto imprevisto o una repentina
aflicción. Y lo contrario, una noticia favorable ha podido influir
positivamente sobre una enfermedad crónica o aun la hayan curado por completo.
De
manera contraria, bajo la influencia de excitaciones placenteras, de la
felicidad, el organismo florece y la persona recupera algunas manifestaciones
de la juventud.
Todos
los afectos, en el sentido estricto, se hayan muy vinculados con los procesos
corporales pero en realidad, hasta los procesos “intelectuales” que también
pueden considerarse como modos afectivos, tienen la capacidad de alterar
procesos corporales.
Cuando
la voluntad y la atención están centrados en un órgano, en un dolor, este llega
a acentuarse e incluso a intensificarse. Al igual entonces, que los dolores
pueden provocarse o exacerbarse dirigiendo la atención sobre ellos, también
pueden apartarse al retirar la atención sobre los mismos.
Destacamos el interés que nos produce el estado anímico
de la “expectación”, donde una serie de fuerzan psíquicas se ponen en juego
para determinar la provocación y la curación de afecciones corporales. La “expectación
ansiosa” puede influir en la aparición de una enfermedad. Por el contrario la
“expectación esperanzanda” es capaz de producir “curas milagrosas”. De hecho,
ciertas intervenciones terapeúticas, curan más por la fe del enfermo que por la
intervención científica.
No
podemos quitarle importancia a estas curas milagrosas. Ocurren efectivamente y
siempre han ocurrido. Para explicar estas curaciones milagrosas, podemos
recurrir también a los poderes de los estados de ánimo. El poder de la fé
religiosa es un reforzamiento para el estado de ánimo. La fe piadosa, cuando es
reforzada por una multitud, puede hacer sentir al alma humana una exaltación
que produce el milagro sobre la enfermedad.
De
hecho, ante situaciones clínicas que la ciencia no puede resolver, el hombre es
capaz de buscar soluciones en todo aquello que le pueda ofrecer una esperanza.
Esta expectación de curación puede producir el efecto buscado de la sanación en
aquello que despertó la fe y la confianza en el enfermo.
Así
mismo podemos ver que hay profesionales que despiertan mayor confianza en el
enfermo y el propio paciente ya percibe un alivio cuando ve al especialista
entrar en la sala o conversar en su consulta.( CONTINUARÁ )
sábado, 21 de diciembre de 2013
Psicoanálisis, una terapia efctiva
La
efectividad del psicoanálisis como terapia,
guarda relación con dos factores. Uno, la predisposición del paciente a
curarse y dos, la formación del psicoanalista. La diferencia del psicoanálisis,
con otras terapias tales como la psicología conductual y sus variantes y la
psiquiatría consiste en que el psicoanálisis trabaja con la parte inconsciente
de la personalidad. Cuando una enfermedad psíquica da la cara, es porque ha
habido un perido de formación que habitualmente es de años. Una persona, no enferma
de la noche a la mañana ni por que sí. Ha debido pasar un tiempo, donde el
síntoma o los síntomas que acontecen en la conciencia se han ido constituyendo
progresivamente. La propia persona da cuenta de ello y dice que su dolencia
comenzó por ciertas anomalías en su estado de ánimo y que se han ido acentuando
con el tiempo, hasta su dolencia actual. Esto viene a mostrar que toda
enfermedad o problema psíquico, tiene un origen, una procedencia, sin la cual
no podríamos nunca llegar a entender la relación actual de la enfermedad con
pensamientos, deseos o acontecimiento pasados. El psicoanálisis trabaja este
nivel de profundidad y desde la enfermedad actual, va construyendo el proceso
que ha llevado a la persona a enfermar. Cuando un especialista no tiene en
cuenta la procedencia de la enfermedad, dificilmente puede comprender la causa
de la misma. El psicoanálisis, viene a descubrir que a pesar de enfermar, la
persona opone sin darse cuenta, una resistencia a curarse. Esto quiere decir,
que la enfermedad llega a producir un modo de vida, a la cual el paciente puede
llegar a acostumbrarse y su vida es su entretenimiento, ocupa toda su atención,
e incluso puede llegar a obtener ciertos beneficios de la misma. Contra esto,
el psicoanálisis no puede hacer nada, ya que la curación, es una decisión del
paciente. Si el paciente está dispuesto a abandonar el modo de vivir al cual su
enfermedad le ha encadenado, la posibilidades de curación son cien por cien.
Hay por lo tanto en la persona enferma, un temor a la curación, porque de
hacerlo, tendría que volver a una normalidad, donde la mayoría de los casos,
supondría tener que cambiar o modificar ciertos hábitos e incluso relaciones
personales, a las cuales, uno se resiste a abandonar o modificar. ( CONTINUARÁ
)
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