lunes, 29 de noviembre de 2010
FORMACION PSICOANALITICA APLICADA A LO EMPRESARIAL
La formación empresarial orientada a los grupos, si no produce transformación en los modos de pensar y en las manifestaciones de la personalidad, no puede calificarse de formación. Para que lo aprendido quede incorporado como concepto, debe quedar articulado en una cadena de producción grupal. Pensar a las personas de modo individual no sirve si no se las incluye en relación a la grupalidad, porque las manifestaciones individuales son manifestación de influencias grupales. Las personas reaccionan en base a la interacción con otras, de hay que se produzcan rechazos o atracciones porque lo grupal es del orden siempre de lo sexual. Y si no se analizan las relaciones intersubjetivas en los grupos de trabajo, dificilmente se puede entender sus múltiples y variadas manifestaciones emocionales y afectivas. Es decir, se debe estudiar la sexualidad dentro de los grupos y los desórdenes que la misma produce en los mismos. Y hablar de sexualidad equivale a hablar de la moralidad de los grupos o de los individuos. Lo moral forma parte de la estructura de la personalidad y no se puede obviar, ya que muchas de las conductas que observamos en las personas, son conflictos con su propia moralidad en relación a la moralidad de los otros. La cultura empresarial no es tanto la cultura de la empresa. Si no analizamos la moral imperante en los grupos de trabajo y sus fricciones con la moral cultural empresarial, dificilmente podremos entender las desadaptaciones de las personas dentro de los ámbitos de trabajo. Estas y otras cuestiones deben ser trabajadas desde la figura del psicoanálisis, el cual desarrolla un método de trabajo en base a un diagnóstico de estas y otras variantes de la sexualidad dentro de los grupos de trabajo. Variantes que pueden ser de los mismos órdenes y desórdenes que la sexualidad de los propios sujetos: normal, perversa o neurótica.
lunes, 1 de noviembre de 2010
GESTION EMOCIONAL EN LA VENTA
Hay mucho escrito sobre la venta pero prácticamente nada sobre el aspecto emocional del vendedor ni de su relación con la parte inconsciente de su personalidad que es la que determina el éxito o fracaso de una venta. La idea de tener una parte inconsciente de la personalidad que puede llegar a tener mas fuerza que la parte consciente, supone un agravio para el pensamiento. ¿ Cómo va a existir una parte que no podemos controlar, que intuimos de su presencia pero no llegamos a conocer el verdadero alcance de su poder? Negar la evidencia del inconsciente es negarnos a nosotros mismos. El ejemplo más determinante de su poder podemos encontrarlo en el acto de soñar. Los sueños son una producción que acontece sin el poder de la conciencia. El enorme simbolismo de los sueños, junto a su riqueza expresiva nos hace darnos cuentas que nuestro psiquismo está trabajando incluso cuando duerme. El método de la interpretación de los sueños, nos permite descubrir que tras un sueño, siempre se esconde un deseo realizado. Autores como Freud, Lacan y Menassa, concluyen que vivimos permanentemente para satisfacer deseos conscientes e inconscientes. Sin embargo, la gran paradoja que plantean estos autores es que no solo hay deseos que buscan el bienestar de la persona, también hay deseos de frustración, sufrimiento, malestar, pobreza etc… y son de estos deseos de los que nos tenemos que ocupar, ya que su realización también es una realidad para la vida del sujeto. De ahí que la barrera que separa lo que podemos llamar éxito o fracaso de una venta no es tan marcada. Desde el psicoanálisis, todo lo que el sujeto consigue es un éxito para la realización de sus deseos inconscientes. Fracasar en una venta, en un negocio, puede satisfacer ciertos deseos autopunitivos ( masoquistas ) y por qué puede parecer esto disparatado, si todos, en mayor o menor medidas tenemos deseos masoquistas?. El psicoanálisis aplicado a lo empresarial viene a mostrar que no hay tanta separación entre los éxitos y fracasos empresariales, ya que entre los deseos inconscientes, no hay tal separación, sino realización, de ahí a veces que la culpa aparezca no tanto por un fracaso, sino por haber deseado el fracaso.
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