sábado, 6 de febrero de 2010

PEOPLE EXCELLENCE ( 7ª parte )

Como bien nos muestra el autor en su libro, con la buena voluntad, no basta. Se debe crear una cultura empresarial basada en valores personales y aportar a los empleados, lo que no tienen, para que la formación, más allá de lo técnico, vaya acompañada de un valor intrínseco que realmente constituya una fuente de valor para los formados y si no, la formación, será letra muerta para nuestro inconsciente. No servirá de nada.
El autor, nos dice que las necesidades de la empresa se amparan sobre sus empleados y las necesidades de sus empleados sobre la empresa, por eso mismo, se debe pensar que la unión y la necesidad, siempre es recíproca.
Un punto oscuro que visualiza el psicoanálisis sobre dirección y liderazgo muestra que la brillantez de los conocimientos cuando no van acompañados de una personalidad con capacidad de amoldarse a la necesidad imperante, la propia personalidad se convierte en fuente de fricciones. Tenemos el ejemplo del entrenador de fútbol que debe amoldarse a lo que equipo necesita y cuando no es así, la personalidad del entrenador, acaba convirtiéndose en su propia guillotina.
El autor muestra en su libro que la dirección es del orden del compromiso, mostrando que una cosa es la ambición por dirigir personas y otra cosa es la fantasía de dirigir. El que ambiciona dirigir, sabe que tendrá que hacer un trabajo sobre sí mismo para ser ese director que piden que sea. Cuando sólo se fantasea dirigir, se huye de la idea de cambio personal, ya que dirigir supone un fuerte y verdadero compromiso día a día, donde se pone a prueba múltiples factores de la personalidad que deben ser revisados y transformados cuando la dirección no está resultando ser del todo efectiva.
El directivo que fantasea, es más del orden de mandar que dirigir. Y mandar, se manda con la personalidad, con la imposición, pero eso, no es dirección. Cuando se propone la dirección a una persona se debe valorar su capacidad de transformación y adecuación, es decir, si puede llevar a cabo una buena legislación de su narcisismo. ( Continuará )

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